Prólogo

 

 

  PRÓLOGO

LA LLEGADA J........................................................ !

 

 

Se acabaron los papeleos, adiós complicaciones, nervios, fuera situaciones tristes, enfados con mis padres… pero sobre todo, adiós amigos. Os echaré de menos….

Esto es lo primero que me ronda por la cabeza nada más llegar a mi cuarto de mi nueva academia y, sin ni siquiera haber dejado las maletas colocadas en el suelo, me lanzo boca arriba sobre la dura cama de mi nueva habitación… mi nueva casa está a partir de ahora aquí, soledad, tranquilidad y… ¿cómo serán mis nuevos compis y profes?

Me levanto, ahora más relajada tras un largo suspiro y comienzo a ordenar la ropa en los cajones y en el armario y a dejar mis productos de belleza sobre la única mesa del dormitorio. Me quedo observándola con detenimiento, un simple y viejo tablón de madera sobre cajones vacíos invadidos de polvo. Si, aquí falta un gran y espectacular toque femenino.

 

 

Dos horas después termino de acabar la habitación. Toda perfecta, totalmente cambiada, como si antes de que yo llegara estuviera reservada para ese alguien que la llenaría de vitalidad. Coloco con delicadeza (lo que no había hecho anteriormente con las maletas) mi ordenador portátil nuevo sobre un hueco que queda en la mesa. Ahora sí, inmejorable.

Me gusta tanto que lo único que se me ocurre es ponerme a hacerme unas fotos… a mí y a la habitación, claro está.

Primero, la típica foto de plano completo de mi nuevo espacio personal. Clic. Perfecto.

¡Y la mejor parte!: YO. El primer día en mi nueva academia merece un dedicado tiempo. Autorretratos desde todos los ángulos y posturas ocurrentes. Tras una completa y rápida media hora que se añade a mi tarde de domingo (cuando todos los demás alumnos están en familia, o mejor dicho, saliendo con sus amigos y yo metida y encerrada entre cuatro paredes) decido escribir en mi diario que todavía no he sacado de la maleta. Como no hay mucho que contar acabo rápido y sigo con mi sesión de fotografía. Me voy a hacer una nueva foto, esta vez en una postura ultra sexy, doblando ligeramente la columna para descubrir mi fina figura bajo mi camisa, pongo morritos y me aparto el pelo de la cara, peinándomelo con mis delicados dedos hacia atrás, en la nuca. Flash.

Se abre bruscamente la puerta y alguien entra destruyendo la barrera de intimidad personal en la que estaba resguardada. Me giro repentinamente ante un instinto… de no sé qué.

Un niño al que saco por lo menos cabeza y media pelirrojo y de cabellos despeinados, pantalones anchos y cortos, camiseta verde chillona y chaqueta casi caída, que da la impresión de molestarle bastante llevarla y… mejor no comentar los adornos. Gafas sujetas a la frente, de sol no, de las normales ¿a quién se le ocurre llevar gafas de ver en otro lugar que no sea sobre los ojos? También lleva un cuaderno realmente grueso en las

manos y un lápiz de punta fina. Parece de esos jóvenes metidos en esos curiosos clubes de periodismo o algo así.

  • ¿Qué narices quieres?, ¿Acaso no sabes llamar a la puerta? - le espeto
  • No te pongas así, yo no tengo la culpa - se da cuenta de que no lleva la razón así que se corrige inmediatamente - Bueno, de todos modos, lo siento. Me llamo Tom y soy el hijo del director de este centro. Sirvo de guía a los nuevos, y antes de nada te pido por favor que si tienes algún problema con la otra clase no me pidas que tome partido, porque yo no pertenezco a ninguno de los dos grupos…

No sé si se estará dando cuenta de que le ignoro por completo, ya que me he vuelto a mi mundo de fotografía. Me permito un nuevo flash delante de sus narices. Él me mira con cara rara.

  • Esperaba que fueras distinta por lo menos… no como toda esa pandilla de pijas que solo llevan ropa de marca, solo se interesan por su pelo y sus pintauñas y de las poses ante las cámaras. Supongo que te creerás muy guapa y muy buena…

Las palabras de este niño pesado me están molestando más de lo que podría haberme imaginado. Me está comparando con una narcisista cualquiera, adinerada y que solo se interesa por el físico. Estoy molesta, cabreada y le bufo involuntariamente. Además de hablar de lo que no sabe, me ha llamado fea, y si fuera una chula,  le gritaría o le pondría verde directamente. Pero para demostrarle y demostraros que no lo soy, me aguantaré y me comportaré.

  • No hace falta que me ofendas tanto, no te pases, ya sé que lo de la belleza no es lo mío… pero por lo menos lo intento remediar. Otra cosa NO SOY NARCICISTA, he aquí la demostración.
  • ¿Dónde? - duda él.
  • Pero si te acabo de decir que la belleza no es lo mío…
  • Ah, eso, pues bien por ti. – o me lo imagino yo o se está poniendo colorado- por cierto… no quería decir que eres fea…
  • ¡¿Entonces te parezco guapa?! - le salto.
  • ¡¿Qué estás diciendo?! – me da la espalda, molesto- a mí las chicas mayores no me van.
  • Bueno, pues todo arreglado – me cruzo de brazos- porque a mí tampoco me gustan los chicos menores que yo, todavía no han desarrollado su cuerpo…

Me mira fijamente a los ojos, con el ceño fruncido recordándome que el físico es de narcisistas. De repente me parece muy mono y muy pillo, sin poder controlarme le despeino más de lo que ya estaba, simulando afecto.

  • Tampoco me gustan porque son unos completos inmaduros, tranquilo.- le saco la lengua- ¿Todavía no te convenzo de que no soy narcisista? Pues estame observando durante este curso y te lo demostraré.
  • Pues vale
  • Por cierto ¿tú a qué curso vas?
  • Yo a 1ª, soy dos cursos menos que tú ¿no?
  • Sí, yo voy ya a tercero. Tranqui, ya te diré como son los exámenes para que apruebes dentro de dos años…

Me planta un papel en la cara, obligándome a leerlo. Es su boletín de notas… (¿De verdad lo lleva encima siempre?) Sobre, sb, sb, sb… capto la indirecta, se vale por sí mismo y le sobra para aprobar. Me detengo a observar un delatador “bien”… en educación física.

  • Jajá- me burlo de él.- un seis en gimnasia, te gano, yo tengo un 8…
  • ¿Y en las demás?- me espeta, incómodo

Me hundo en la desesperación.

  • Sietes, seises… mi nota máxima es ocho…- Lo admito, nunca seré mejor que él en lo demás
  • Jaja – se ríe guasón.
  • Cállate empollón
  • No soy un empollón- refunfuña- soy inteligente y mis notas son fruto del esfuerzo y el trabajo
  • Eres un asqueroso superdotado…

Aunque se lo digo como broma, le hiere, y en lo más profundo. Me arranca a la fuerza las notas de la mano y me da la espalda de nuevo (¿Había mencionado tras la primera vez su regreso a su anterior posición mirándome a mí?) no esperaba que avanzara más hacia adelante, pero lo hace, y con paso firme. Se gira un último momento para mirarme, con el morro torcido:

  • Pues yo que pensaba enseñarte el colegio y presentarte a los alumnos…

Se va y sigue su camino por los pasillos terminando la frase mientras anda:

  • Y además, para empollona ya está Aurelia…

Cuando por fin desaparece tras las escaleras y me dispongo a encerrarme en la habitación, noto una presencia a mi lado…

Es otro chico… pero este es alto, atractivo y hermoso. De pelo liso y corto y de unos esbeltos ojos celestes.

  • Si quieres, yo te puedo enseñar el insti…

Y además se nota que no es menor que yo… se nota su madurez de estudiante de tercero… de estudiante de mi curso.

  • Si te hace ilusión, la verdad es que no tengo nada mejor que hacer.
  • Los alumnos me temo que no te los voy a poder presentar. Hoy es domingo y todos están fuera de la academia, con sus familias y sus amigos.
  • ¿Y tú por qué no?- inquiero
  • Porque soy un marginado

Me quedo estupefacta, todo mi gozo en un pozo. De repente se empieza a reír, con ganas. No sé como pero su risa me tranquiliza, es muy limpia y pura (¿no viene a ser lo mismo?).

  • Es broma… es que yo tengo problemas familiares y no puedo ir a visitarlos muy frecuentemente. Muchas veces me quedo en la academia puentes enteros.
  • Qué horror…
  • Si, ya, pero a ti te pasará lo mismo ya que supuestamente vives lejos de aquí
  • Ah… te refieres a eso…
  • Si, en parte, bueno basta de cháchara y empecemos con la visita.

Mientras andamos me siento en el paraíso. Este chico es perfecto. Copio y pego todo lo que había dicho anteriormente de su físico  y añado su tono de voz, ni agudo ni grave, sino intermedio, tranquila y cariñosa…. Cálida voz, de ángel.

Y no sé por qué, pero este chico me recuerda a alguien cercano…

 

Continuará…